Conocer nuestra carta natal es una tarea maravillosa, ardua, misteriosa y, a la vez, sublime. Nos permite ingresar en un complejo entramado energético que quizás nunca terminemos de significar. En esta nota, qué papel tienen los Astros en nuestra vida.
Mucho hemos escuchado sobre Cartas Natales, pero si uno no ha profundizado en la astrología, no es común conocer la profunda simbología que encontramos en un mapa astrológico. Al realizar una carta astral se trabaja el instante en que uno nació como la tonalidad de vida que deberemos aprender a interpretar y este tono está dado por la disposición de los planetas en el cielo de ese primer aliento.
Conocer nuestra Carta Natal es una tarea maravillosa, ardua, misteriosa y, a la vez, sublime. Nos permite ingresar en un complejo entramado energético que quizás nunca terminemos de significar. Lejos de la fantasía popular “de predecir lo que nos va a pasar”, la astrología propone concientizar una irracional y sorprendente interacción entre humanos y estrellas, aceptar una conexión y reconocer nuestra unión con ese enigma que es el cosmos. Lejos de controlar, la astrología nos conduce hacia lo desconocido de nosotros mismos, nos permite ser más considerados, esto es con-sideral (con el cielo), con nosotros y con los otros.
Sin intenciones de reducir la compleja simbología de la Carta, propongo introducirnos al tema a través de sus tres principales indicadores: el signo del sol, de la luna, y del ascendente.
El Sol
El Sol es la luz y la fuente de vida, el punto energético que centraliza todo el sistema solar. El signo del Sol simboliza, por tanto, nuestra expresividad creativa, el centro de la conciencia individual, nuestra capacidad de vernos como un individuo.
El signo solar es el que todos conocemos como “nuestro signo zodiacal”: se lo asocia a la identidad, a la personalidad, sería como el “director de orquesta” de nuestra vida, aquella cualidad que centraliza y coherentiza al resto de la carta para una expresión más integral y no tan condicionada por la emocionalidad o por temores pasados como podría serlo el signo lunar en su aspecto más regresivo.
La Luna
La Luna es el cuerpo celeste más cercano a nuestro planeta Tierra. Conocemos su alto nivel de influencia en nuestros ciclos corporales y en la naturaleza, en las mareas o en las cosechas. Al igual que su evidente cercanía física, la Luna, astrológicamente se asocia a lo más cercano y conocido, rige nuestras vivencias más íntimas y ayuda a decodificar nuestro mundo emocional.
El signo de la luna cambia cada dos días y medio y es necesario hacer una carta natal para conocerlo. Sus características zodiacales denuncian nuestros condicionamientos infantiles y familiares. En el signo lunar nos reconocemos y descubrimos el “guión” de nuestro niño/a asustado/a que desde sus carencias afectivas digita reacciones repetitivas que, lejos de ser creativas, se mueven desde el temor a lo diferente. Como fuimos criados, la historia ya vivida, muchas veces impide conectar con lo que nuevo y creativo que sucede en el presente. Si ya intuimos que es posible vivir desde un lugar de mayor confianza, en actitud tranquila y relajada, ya no necesitamos estar a la defensiva.
Es posible que la cualidad lunar deje de “tener que cuidar a nuestro niño interno” y puedan brotar los talentos de su signo, aportando al mundo nuestros dones más preciados. Es interesante conocer el signo de nuestra luna pues habla de “aquello que brindamos a los otros tan naturalmente que ni siquiera nos damos cuenta que lo estamos dando”.
El Ascendente
El Ascendente marca nuestra forma de interactuar con el mundo, es lo que nos sucede, aquello que nombramos destino. El signo del Ascendente habla de una cualidad que nos es propia, pero que no siempre reconocemos y la iremos aprendiendo a través de las experiencias de la existencia.
Reconocer e incorporar el propósito del Ascendente será fundamental para la expresión y desarrollo de una vida más plena. Para conocer este signo, es imprescindible conocer la hora y el lugar de nacimiento, pues varía cada dos horas: éste está indicado según la constelación que asomaba en el horizonte en el momento en que cada uno nació.
El astrólogo como “meteorólogo”
Al realizar una Carta Natal es bueno no entregar todo el poder al astrólogo, ya que este sólo puede funcionar como guía en la interpretación del mapa energético de nuestra vida. Es interesante consultar la carta con la percepción de que la astrología nos aporta información muy profunda sobre nosotros mismos y sobre los climas de cada momento de la vida. El astrólogo funciona como un “meteorólogo” de los seres humanos, ayuda a reconocer temperaturas de vida. Pero comprender y aprovechar estas estaciones oportunas o complejas depende de la capacidad y la creatividad de cada individuo.
Tal como escribía Mario Benedetti en su “Soneto de lo posible”: Puede ser que una vez en un desvelo descubramos que el mundo es una fiesta, y encontremos al fin esa respuesta que desde siempre nos esconde el cielo.
Columna de @beatrizleveratto en clarín.com/astrologia